~Ansiosa y esperanzada en aquel lugar, esperándolo~
— ¡Rawwr! ¡volviste! - Dijo alegremente con una sonrisa que rebosaba en sus labios cálidamente.
El animal miró su rostro, devolviéndole aquel gesto con sus ojos claros como las estrellas, que resplandecen y alumbran las hojas de la noche.
Ambos dibujaban sobre el vidrio. Una flor, con pétalos largos y delicados.
— ¿Sabes qué es? - Preguntó ella.
La bestia empezó a garabatear en el vidrio, trazando algunas líneas y círculos, como si quisiese imitar aquél dibujo. Aunque le parecía algo difícil, ya que no podría tener ese don.
El sol se escondió entre los árboles. Tantos garabatos en aquel cristal, ocupándolo todo sin dejar espacio para más. Solo un minúsculo lugar vacío se interponía entre ellos.
Ella sintió en aquel momento una tristeza que inundaba su alma: soledad.
Lamentaba que iba a ser la última vez en verlo, en jugar con él, en divertirse como nunca antes.
Puso su mano en ese espacio diminuto, queriendo que ese Ser este con ella. Es la primera vez que deseaba salir del cristal para estar con aquel animal.
La bestia situó su palma en aquel vidrio frío y tieso, mirándola con aquellos ojos de preocupación.
Una gota cayó en el rostro de aquella niña. Miró hacia arriba. Las nubes estaban oscuras, segundos después, empezó a llover. Definitivamente no quería que se vaya, que la deje y la abandone, ¿Pero qué podría hacer?
El animal estaba para partir del lugar, con esa mirada de "algún día nos vamos a ver".
Ella no quería que se vaya, aún sabiendo que podría volver, pero tenía miedo de que le sucediese algo.
Instintivamente, tomó la decisión de salir en aquel cristal. Agarró una de las piedras que se encontraban en el suelo, y empezó a tirarlo con todas sus fuerzas hacia el vidrio.
Una rasgadura permaneció en el vidrio pero no pudo romperse.
Siguió tirando piedras, hasta que el animal se dio cuenta de lo que estaba viendo.
Finalmente, la muchacha pudo romper el espejo que los dividía a ambos seres.
¿Un nuevo comienzo? Algo le esperaba... ¿un sentimiento cálido?
De repente, brotó en ella su alma, viva y pura, extasiada y libre.
Alcanzándolo, por un fuerte impulso de deseo y ansiedad, se aferró fuertemente hacia al animal.
Cosas que nunca pudo seguir, gracias a él... gracias a su existencia pudo ver aquella joven, la gran valiosa vida que le esperaba por delante. No importaban los riesgos, el miedo de ser herida por alguien... Él seguramente la protegería.
No importaban los malos momentos, algún día los superaría.
Él no es humano, no es un extraterrestre y mucho menos un fantasma...él es un animal, con gran corazón al cual nunca dañaría a un ser amado.
Susurrando a su oído, le dijo suavemente:
— Gracias...Rawwr.
Ese es aquel mundo, ese mundo mas allá de ese cristal.