Me hundo entre las sábanas. El mar arrastrándome con las fuerzas de las olas.
Desnuda, toda mi piel siente el bramido de sus aguas; el empuje y la presión en mi cuerpo me alejan cada vez más y caigo lentamente hacia sus profundidades. Mi pelo se enturbilla con los pequeños molinos de agua y siento sólo el ligero rose de los peses nadando al rededor de mí. No me sienten.
Lentamente y a la espera de caer hasta ti.
Las algas verdosas enrollan mi cuerpo. No me dejan perecer, tratando de atraparme... pero el deslice es demasiado suave como para envolverme.
La oscuridad absorbe el espacio azul cielo del mar.
Llego finalmente a la arena fría y sedosa. Mi organismo cae lentamente desfallecido.
Y tú no estás ahí.