lunes, 3 de julio de 2017

Grito.

    Un ensordecedor grito silencioso, lo escucho desde mi interior al romper mi propia promesa. Otra vez volví a apuñalarme. Otra vez volví a herirme.
    No importa cuántas veces me niegue, si aquella persona está feliz, me basta.
    Sé muy bien que esto puede llegar a quebrarme de a poco, que llegue a ser infeliz o disminuya mi vida en la Tierra. Sé que no es sano y, en cierta parte, egoísta. El amor nos ciega. Nos obliga a sacrificarnos por los demás. Y yo pienso hacerlo por la persona que amo.
    A pesar de que me mate poco a poco.
    No deseo recibir ninguna muestra de afecto de su parte, sé bien que lo nuestro ya es olvido y su desinterés va más allá que el amor que tiene por mí. Cuando lo haces, no me siento conforme. Me entristece y surge el efecto contrario de lo que esperas causar en mí. Porque sé que cada adulación dirigida hacia mi persona es lo que realmente me falta. Porque ni con ser linda, adorable, tierna, atenta, pueden alcanzarte para estar contigo. No es suficiente.
    Por favor, no quiero palabras de lástima. No digas que me amas, sabiendo que estamos en este estado; que me ignoras, que abandonaste todo. No me acaricies el cabello, sabiendo que todavía te anhelo. No llames por mi nombre repetitivamente, sabes bien que no te hago falta. Si realmente me amas, porqué continúas con todo esto. Porqué me haces esto.
Porqué eres cruel conmigo. 
Porqué no me puedes ver...