lunes, 14 de mayo de 2018

Infidelidad.

    Hoy llegó mi límite. Mis fuerzas se volvieron nulas ante la tentación. He pecado.
Pero qué pecado tan exquisito.
    No lo he pensado, dejé que mis problemas marchitos desembarcaran en alguien que sepa regarlas y finalmente lo hallé.
    Es mi culpa el haber sido infiel, el no poder aguantar la soledad, la poca atención y falta de amor, cansado de esperar y volcarme a la locura.
    Sé que estás lejos, sé que pude haber hecho y pensado las cosas mejor, pero sé de que si se me presentase otra vez... hubiese vuelto a pecar.
    No merezco tus abrazos y mucho menos tus besos. Aquel lobo enamorado y orgulloso de su fidelidad ya se desvaneció. No me conozco ni yo mismo. No sé quién soy, pero de lo que estoy seguro es que me siento querido en otros brazos, lleno de amor en aquellos besos que impregnaron mi piel aquella noche y las caricias suaves que permanecieron en mi pelo.
    Sabíamos que no era el indicado para ti, ni tú para mi. Era cuestión de tiempo que dejaras de cuidarme, de importarte.
    Pero el único que falló fui yo.
    Lo siento tanto.
    No puedo volver a estar contigo. Mi corazón no me lo permite y el engaño es tan grande que debo acabar con esto lo antes posible. Perdóname por volverme así. Después de todo, seguimos siendo débiles ante la tentación.