El cúmulo de gente entra y sale frenéticamente de diversas tiendas cargados de bolsas llenas de juguetes, papeles de regalo, cintas decorativas. Las luces de diversos colores resaltan cada hogar y los muñecos de nieve dan la bienvenida a cada invitado al pasar. La Navidad se aproxima y muchos niños esperan ansiosos sus regalos bajo el regazo del árbol que tanto esmero han armado junto con su familia. La llegada de Santa Claus provoca en ellos esperanza, fe en aquel espíritu que muchos jóvenes y adultos dejaron de creer.
Abuela, ¿existe Papá Noel?- preguntó Amelia observando atentamente la leña quemándose bajo la chimenea.
Sí querida- afirmó dibujando una sonrisa tierna en sus labios.
¿Y por qué muchos niños no creen en él Abuela?- se dirigió a ella, atenta a la respuesta que le iba a dar.
Muchos niños, jóvenes y hasta adultos dejaron de creer sólo porque otros les dijeron que simplemente no existe. Pero niña, hasta ellos mismos creen en fantasmas malignos y no son capaces de creer en el espíritu bondadoso de la Navidad. ¡Prefieren dar por hecho la existencia del mal que por sobre el bien!, por eso mi niña, debes demostrar que el espíritu navideño está en aquellos actos de bondad que uno mismo brinda. Nunca dejes de dar amor, aunque te nieguen su existencia.
