Sentada en el asfalto mojado mientras las gotas caen y recorren mis mejillas. El viento refrescante alivia mi rostro pero mis pulmones arden y me agito.
Escuchar el tranquilizante golpe de cada lágrima sobre las hojas de los árboles que me rodean me hacen sentir que no soy la única con este pesar.
Rodeo mis piernas mientras dejo que la lluvia fría moje mi espalda. Quizás sus caricias reconforten esta soledad.
Sin embargo no lo hacen.
Mi llanto desapercibido entre la lluvia no cesa y este dolor no termina.