¿Quizás esos muros nunca existieron?... ¿eran de mi propia imaginación?
No... imposible... siempre estuvieron allí.
¿O él se acercó a mi?
¿O yo, sin darme cuenta, fui traspasándolos?
Ahora lo veo... puedo verle y está tan cerca.
¿Estoy soñando?
¿Será el delirio de mi pobre y marginado corazón? Estoy confundida pero alegre a la vez.
No sé qué hacer... qué decir...
Quiero amarle hasta el alma infinita, con pasión y delirio, con melancolía y soledad, con egoísmo y generosidad, con locura y tranquilidad, con alegría y tristeza hasta que mi piel se desprenda de mi cuerpo; hasta que mis labios, secos ya de pronunciar tu nombre, se partan en pequeñas cuchillas. Hasta que mis huesos se quiebren y mis ojos se opaquen, seguir amándote es lo que me da valor a seguir luchando.