domingo, 10 de agosto de 2014

Alcanzando la felicidad.

    Éstas semanas fueron las más milagrosas que he vivido en éstos seis años. Aún no puedo creer que sea capaz de enamorarlo así; con un corazón agitado, desesperado y egoísta.
    Como la fuerza de 4 caballos, atados cada uno y tirando los extremos de un cuerpo ya fatigado, herido y destrozado. Quizás te enamoré así. A forcejeo, obligado y persistente.

    Me deprimo por el simple hecho de ver, después de seis años, su faceta de un loco enamorado. Aquél gatito embobado que no deja de perseguir la luz de la linterna; no importa lo que pase, que a pesar de los tropiezos, choques y caídas,  seguirá buscándola y querrá tocarla, atraparla y apoderarse de ella.
    Me deprimo por el simple hecho de saber que él no me amaba con gran ímpetu como lo hace ahora. Que podría hacerlo mejor que aquellos tiempos.
    Y me deprimo por el simple hecho de que por el físico, le atraiga momentáneamente y sea la gota que rebalse el vaso que ya, a mi parecer, yacía vacío.
    Hace un tiempo le he pedido a Dios que si aquél ser me amase, que le sea capaz de corresponderle con mucho más.
    Hace un tiempo le he pedido a Dios que si aquél ser ya no me amase, que abandone éste sentimiento duradero que le tengo.
    Hace un tiempo le he pedido a Dios que se haga su voluntad y me he dejado llevar.
    Ahora que Dios me dio éste regalo que jamás creí recibir, me he imaginado libre, con satisfacción, placer, bienestar, paz, tranquilidad, riqueza, goce, deleite, júbilo y todos lo sinónimos posibles para describir aquella felicidad. Pero ahora sólo veo tristeza, ansiedad, falta de personalidad, materialidad, inseguridad, decepción, decadencia.
    Soy egoísta. A pesar de aquél hermoso regalo, doy gracias; pero sé que fue por Él que hizo posible ésto... y no yo.
    Me siento inútil. Incapaz de hacedle caer en mis propios encantos. Papá lo cegó. Y sé que no es capaz de ver lo que verdaderamente soy.
    Soy.
    Lo que soy.


    No miento, en cierta parte soy felíz.
    Papá no lo cegó, al contrario, abrió sus ojos hacia mí.  Se percató de mis pequeños actos (o mejor dicho, una parte de ellos). Empezó a amarme por lo que soy. Siempre me amó, sólo que no se dejó ver. Como yo.
    Ama estos errores, ama mi personalidad, mi carácter, mis gustos, mis fortalezas y flaquezas. Ama todo de mí.
    Sólo que el tiempo lo dejó atrás.
    Soy felíz de que por fin seamos capaces de seguir con esta relación. Dejé de verlo como una meta y mucho menos como un sueño. Ahora lo veré desde otra perspectiva. Más calmada, serena, madura y alegre. Sin rencores ni rechazos; Dando todo de mi y evitar recibir algo a cambio.
    Demasiada presión, quizás. Demasiado tiempo te he quitado ya, lo sé. No estoy ya atrás del escenario. Soy la protagonista, en cierta forma. Dejé de estar entre tus juegos, tus amigos y tu afición. Soy algo más.
    ¿O sólo lo dices para quedar bien? Sabes que soy considerada y permito y acepto todo lo que a ti te guste hacer, sin provocarte daños. Es obvio que diré que vayas a hacer tus actividades primero y luego esté yo.
    No lo sé. Pero pensarlo más me hiere.


    No sé en qué lado estar.

sábado, 2 de agosto de 2014

Pasado ~

    Quiero todo de ti, incluso si es más de lo que pueda soportar.
    Mi corazón está lleno de lágrimas.
    Lo intento, lo intento.
    Pero siempre me equivoco antes de la meta.

BIG

Temo que vaya a terminar así.
Temo que vayas a ocultarte.
Sigo mirándote. Sólo puedo mirarte.
Como yo, soy el único tonto.
Mis sentimientos por ti continúan creciendo.
Hoy, una vez más, pretendo que no me importa.
Pero las lágrimas caen.
Mi corazón se siente como si estuviera a punto de estallar.