Añoro ese tiempo y espacio que solía usar en cálidas intimidades que jamás podrán volver y recordar el deleite de saborear un amor lleno de ternura.
Nunca estuve sola, si bien tengo mis ángeles que me protegen y sin embargo extraño el calor de un alma humana, pero no cualquiera. Lo extraño.
Y aún en mis noches, cuando me vuelvo débil, sostengo tu mano.
No es el único momento en donde te recuerdo. Y quizá mi inconsciente te busca constantemente, porque estás presente en rostros, miradas, comportamientos ajenos: en un compañero de clase, un desconocido por internet y un actor de televisión. No dejo de verte.
Tu mirada juguetona, tu sonrisa infantil. Es la parte que más extraño de ti. Volver a mirar ese rostro una vez más hasta que me llene de calidez el corazón.