Conchita — Por Las Veces

 

Serpientes.

    Se asoman sin recelo dos serpientes abrazando mi corazón, estrujándolo como si tratasen de obtener remanentes de un latir que ya ha cesado.

    Clavan una y otra vez con sus colmillos, magullándolo todo.

    Me cuesta respirar. 

    Sumiso en una cama gélida, sin importar cuántas sábanas me abriguen... el frío se niega a renunciar a mí. 

    Serpiente del pasado y del presente. 

    La cólera, como estímulo, renace en mí. Despojos espontáneos de abandonarlo todo. Quemar lo que quedó y lo que queda. 

    ¿Cuándo podré ser libre de tal hiel?

    Pero no estoy solo. 

    Tu voz llamándome, bebiendo mis lágrimas amargas. Siempre estás conmigo. 

    La calidez de tu terciopelo inunda mi cuerpo. Vuelvo a estar vivo. 

Lugar.

     El caudal incesante de recuerdos vívidos como también olvidados y de inspiraciones desbordantes que emanaban desde su seno cual aire inherente para la vida humana llenaban de vida ese lugar... Sin embargo todo se ha secado, como si aquellos días fuesen sólo sueños que nunca se hicieron realidad. Grietas remanentes se hacen presentes recordando la ausencia que llegó tan lenta e imperceptible para la gente.

    Las costumbres, las actividades diarias, el estrés y la ocupación dejaron de lado la vida intrínseca, imponiéndose y aclamando el tornarse a la realidad.

    Nadie sabe cómo sucedió ni qué cambió. Pero...¿podremos volver a recuperar parte de ese lugar?.

Rumbo.

   Por fin... 

    el camino encontré.