martes, 20 de diciembre de 2016

Equipaje.

    Empezar con el equipaje me resulta tan difícil, agotador. Pensar en que me iré de este lugar que ya no me pertenece, en la cual ya no soy bienvenida. Cada objeto que guardo provoca en mí un malestar, mareos, náuseas, melancolía, llanto.
    Tratando de enmendar el embrollo de mi vida, lágrimas caóticas recorren el mar de sábanas envueltas sobre mi cama. Sollozando silenciosamente cada noche, más el cansancio no está de mi lado, y debo parar el torrente de tristezas al llevarme hasta tal punto en que mis entrañas vacías se sientan estrujadas, mi garganta herida y mis ojos nublando esta vista. Aún hay más por salir.
    Te sientes tan tranquilo y yo tan herida. Te pienso. Y las ganas de comer se ausentan junto con las esperanzas de vivir, y oigo el estruendo de mi alma rota en pedazos. Lucho contra la depresión pero se me hace tan difícil, tan imposible.
    Cómo puedo irme en paz, si sólo encuentro en cada rincón esta vorágine careciente de amor.




                     "Y tú riéndote por verme llorar y yo, yo que lloraba por verte feliz, no sé."

lunes, 19 de diciembre de 2016

Yuridia — Cobarde (Official Video)

      

Carlos Sadness — Santamaría

           

    Me leías con la voz entre puñales las palabras que te puse en las postales y ahora huele a corazón donde tu sabes que no le harán daño las navidades. Han vuelto a romperte los cristales, los besos que te lanzan en la calle. Tu quieres pasar el invierno metida dentro del sauce más triste que hay en Santa María.
    Puedo pensar que te vaya bonito esta vez, pero trago saliva y vuelvo a decir barbaridades como que ya no te miro igual que antes, o que he visto derrumbarse los pilares de los sueños que hace tiempo me contaste...

Carlos Sadness — El Interior de las Palmeras

   
        

    Voy a romperlo todo, estoy decidiendo cómo. He perdido el equilibrio entre tus huesos y los míos. Has que me caiga al fondo del negro de tus ojos, puedo ver el precipicio y las veces que caímos. Voy a pasar a la historia como la persona que nunca debió pronunciar tu nombre, creando un grave cambio de estación. Tal vez nunca debió salir ese incendio dentro de mí que arrasó con tu esplendor eterno y desde entonces duermo con los ojos abiertos, para no tener sueños cruzando el interior de las palmeras.
    Duermo, duermo todo el invierno y en verano despierto, cruzando el interior de las palmeras. Y cuando quieras sumergirte hasta el fondo me mirarás fijamente a los ojos y te mojará la tormenta que hay aquí, ya te avisé, mira: no, no podrás salir. Lo noto en los huesos y hasta en mi cama, la soledad es como una casa en llamas. Respiro el humo que sale de nuestras heridas, se lo llevó el viento de la despedida. Me vuelves planta de interior, que no le puede dar el sol creciendo en el centro de tu pecho. Y corto tu respiración y me proyecto al exterior rompiendo los límites del cielo...

Mi estrella fugaz.

    Desde el momento en que empezamos a sentir ese cariño semejante al amor, supe que ibas a ser mi estrella fugaz. Te daba dos, cuatro hasta seis meses en que desaparecieras de mi vida.
    Te quedaste sólo ocho.
    Y aquellas 100 preguntas que te hice en esos ocho meses, fueron las que me sostenían a esta relación ante el miedo, inseguridad y rechazo futuro; permitían ligar mi alma con la tuya (aunque haya sido absurdo) pero como todo principio... también tiene su final.
    Al acabarlas, fue el momento exacto en que el amor por aquella luz de esperanza observada desde mi ventana, desapareciera de entre millones de estrellas.
    Agradezco que me hayas visto y prestado el tiempo.
    Fuiste el deseo que anhelé muchos años atrás. El amor correspondido que imaginaba varias noches con la persona equivocada.
    Estuve preparándome meses para el día en que vieras al monstruo que vive dentro de mí.
    Una vez más, supe que no me aceptarías de esa forma. Tan quebradiza. Tan rota.
    Pero admito haber tenido un ápice de esperanza en que trataras de arreglarme, o más bien, acompañarme en mis momentos más caóticos y en mis arranques de locura.
    De nuevo, estuve equivocada.
    He malinterpretado el cariño que me dabas. Resulta que era ajeno al amor que creí tener semejanza.
    En un tiempo tan corto, el mamarracho de aquél lazo especial que tratamos de armar no fue posible. Fueron ligeros como una pluma, como un escrito sobre la arena: fácil de remover.
    Aún mi corazón tiene la esperanza. Pero mi alma ya está cansada.
    Eres de aquellas personas inteligentes, astutas. Analizas con detenimiento buscando una falla, un error. Tratas de arreglarlas egoístamente y, si no sede a tus gustos, te alejas. Pero no entiendo porqué no haces eso con tus amigos, tan problemáticos, tan defectuosos (según tus palabras).
    Espero que encuentres esa persona especial que llene tus días, como tú lo hiciste conmigo en un tiempo tan corto.
    Y como toda estrella fugaz, pediré el deseo de tu bienestar, continuar nuestros caminos separados y a la vez en contacto... como amiga, cómplice pero más no formar parte de tu corazón.
    Si llego a mejorar, ¿volvería contigo?. Esa pregunta vive en mi cabeza. Cómo puedo hacerlo si tú mismo me negaste. Negaste mis fallas, mis heridas. Y todavía duelen al ser incomprendidas.
    Cómo puedo volver a ti si no valoras mis pensamientos. No los compartes mucho menos.
    Te anhelo y a la vez te alejo.
    Esta quizá, sea la última entrada. Tantas palabras que no pueden ser plasmadas en este momento. Las emociones se las lleva el viento. Tan frágiles, quebradizos, rotos, oscuros.
    Si dejo que el tiempo me consuma... ¿consumirá mi alma?. Vivo en un sueño lejano, ajeno. No comprendo aquellas palabras. Caigo y me hundo entre las sábanas. Llenando el mar con mis lágrimas malditas, insaciables del hambre que trato de controlar. Me mantengo firme en esta corriente. No caer en el vacío de mi triste corazón...
        Al saber que no estás presente.
                                                                                    Me abandonaste. 




sábado, 10 de diciembre de 2016

Nexo VI.

    Era un suceso que ocurriría con el tiempo...
    De mis propios miedos convertidos en realidades. Lo único que hice posible fue provocarlos.
    Tanto terror de dar el paso en falso, que yo misma tapé mis propios ojos para tropezar.
    Nunca iba a ocurrir.
    Pero yo hice lo posible para que pasara. Inconscientemente.

    Odio este monstruo que vive dentro de mí.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Sólo quiero decirte...

    Sólo quiero decirte que estoy bien, charlando con amigos que acabo de conocer, disfrutando del juego, haciendo tonterías, perdiendo el tiempo...
    Ocupo las horas libres de tu ausencia en mi propio vicio. Envolviéndome en aquel bucle infinito, demasiado absorvente y manipulador.
    Es la única forma de mantenerme a la corriente, con mi mente ocupada y mis ojos cansados de tanto jugar.
    Voy a la cama y debo lidiar con aquellos pensamientos constantes y molestos preguntando por ti.
    Hasta que despierto el siguiente día y comienza la misma historia una y otra vez.