lunes, 19 de septiembre de 2016

Leche cortada.

— Leche cortada por favor.
— En jarrita o doble.
— Doble, gracias.

    Observo desde la ventana las gotas que discurren, unas lentamente y otras a paso frenético. No veo a nadie caminar, ni los perros deciden presenciarse por aquí...
    El lugar no está lleno, sólo un par de personas mayores, con sus sacos grises y portafolios oscuros, provocan extrañamente la viveza del local en donde me encuentro.
    Acomodo bien mi silla, me enderezo y a los minutos vuelvo a encorvarme.

Su café señorita.
Muchas gracias.

    Coloca previamente el vaso helado con abundante gas. Aún con este frío, no dudan cambiar de mineral o por lo menos su temperatura.
    Luego prosigue con el café con leche caliente que percibo sólo con observar su vapor.
   Una vez retirada aquella persona, dispongo de palpar esa taza y me resulta abrasador a los pocos segundos de tocarlo con las yemas de mis dedos.
   Espero un par de minutos más y sorbo despacio procurando no quemar mi lengua pero veo que es inevitable, y continúo.
   Mis ojos se posan más allá de aquel vidrio. Específicamente en un paraguas de color rosado pálido con lunares blancos, sostenido por un joven. Me asombro primeramente por aparecer de repente y haberse escapado de mi vista en tan sólo el tiempo que le llevó al mozo colocar mi pedido sobre la mesa. Y secundariamente, provocando en mí y escapando de entre mis labios una cierta sonrisa traviesa.
    Observo que se escabulle aquél paraguas debido al viento que azota en este día y torpemente hace un esfuerzo de volver a sostenerlo con su mano derecha. De repente, luego de un aliviado suspiro, sus ojos se tornan brillantes, iluminados por algo que presenció con aquellas pupilas negras.
    Por sorpresa mía, debajo de aquél saco arrugado que llevaba consigo en su otra mano, saca una pequeña rosa, de igual color que el paraguas que sostenía.
    A medida en que se acercaba lo que provocaba su despertar, su sonrisa se volvía más amplia, sus mejillas se alzaban, con cierto acúmulo de regocijo, y sus ojos resplandecían, embriagados del éxtasis.
    Inesperadamente, un hombre de avanzada edad camina a paso lento por la vereda y tapa aquella escena que estoy disfrutando de ver. Pero gracias a su baja altura, puedo observar la mitad del cuerpo del joven. Se encorva. Y al irse aquél anciano, observo que el muchacho recibe aquella felicidad entre sus brazos y cuyas explosiones de júbilo destallan por todo el lugar sombrío que me rodea.
Una niña.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Amarte así — José Luis Perales

Amarte así,
Es renunciar a toda libertad,
Es escaparse y volver,
Es acabar y empezar,
Con este amor de locos.

Amarte así,
Es apostar por la felicidad,
Es arriesgarse a perder,
Es arriesgarse a ganar
Pero aún así te quiero...

Te quiero porque tú
Enciendes un volcán en mí,
Si miro alrededor no encuentro a nadie más que a ti.
Si a veces por amor, te robo sin querer alguna lágrima,
No es culpa del amor,
La culpa sólo es...
Amarte así...

Amarte así,
Es dividir el universo en dos,
Es elevarse y volar
Es descender y morir,
Y renunciar a todo.

Amarte así,
Es ofrecer desnudo el corazón,
Es entregarse y saber que es una trampa el amor,
Pero aún así te quiero...

Te quiero porque tú
Enciendes un volcán en mí,
Si miro alrededor no encuentro a nadie más que a ti.
Si a veces por amor, te robo sin querer alguna lágrima,
No es culpa del amor,
La culpa sólo es...
Amarte así...


viernes, 9 de septiembre de 2016

Rosa.

    No importa cuántas espinas haya tenido aquella rosa. Lo importante es que una de ellas te pinchó.
    Y aún sigue doliendo.