miércoles, 29 de marzo de 2017

Engaño.

Y otra vez me venden gato por liebre.
Caigo en el engaño de caóticas mujeres,
Trabajando, incansable e inocentemente,
Sólo para descubrir que todas mienten.

Apariencia simple y pura me sorprenden,
Son tan cálidas, humorísticas y de piel solemne.
Delato a mi corazón y sus máscaras se desprenden.

Yo no quise una mujer tan orgullosa,
De piel translúcida a escamas negruzcas,
Ojos risueños a oscura amargura,
Simpática melancolía a penumbras ruidosas.

Se disfrazan aparentando ser de casta pura,
Insolentes que seducen quebrando nidos,
Y yo sólo busco alguien con quién compartirlos.

domingo, 26 de marzo de 2017

Dabin — Hold (feat. Daniela Andrade)

           

I feel an aching when you step into my body
In my mind
And when I'm falling into the dark
You always haunt me
Open wide

But who are we to call each other selfish lovers?
We all need someone
But who are we to call each other selfish lovers?
We all need someone to hold

We all need someone to hold
Someone to hold
Someone to hold
Who are we to call each other selfish lovers?
We all need someone to hold

I tend to lose my sense of time when come to morning
Stay beside
I know it's much too soon to tell you that
I need you by my side.
But who are we to call each other selfish lovers?
We all need someone
But who are we to call each other selfish lovers?
We all need someone to hold
Someone to hold
Someone to hold
We all need someone
We all need someone to hold

Who are we to call each other selfish lovers?
We all need someone to hold

Mujer moldeable.

    Sus ojos son pardos pero, cada vez que lo mira, se convierten en café miel.
    Su sonrisa educada se vuelve en la más singular e iluminada de aquél bus.
    Todos se dan vuelta para verla: No es nada más que una mujer común y corriente. Pero algo más allá de eso les atrae.
    Ella no se da cuenta.
    Esa mujer es así, porque su belleza se enaltece al ver a ese hombre.
    Es como una piedra preciosa que acaban de terminar de pulir. Poco a poco.
    Sólo tiene sus ojos, para admirar a aquél hombre.
    Su voz, para cantarle todas las noches.
    Sus oídos, para escucharlo hablar de aquellas aventuras de jóvenes.
    Su olfato, para oler su aroma desbordante.
    Y sus labios para besar y degustar lo inimaginable.

    Aquella mujer, 
             moldeable, frágil y absorbente.