jueves, 25 de agosto de 2016

Dios no está Muerto 2.

¿Desde cuándo se rompen las reglas por decir Tu nombre en una escuela?
Cuando sólo Tú nos liberas.
¿Desde cuándo es incorrecto decir la verdad sobre la vida y la muerte?
Cuando Tu vida nos ha dado eternidad.
Incluso si soy condenado me pondré de rodillas y alzaré las manos.
Si servirte va contra la ley del hombre,
Si vivir mi Fe contigo está prohibido,
Entonces me pondré de pie ante el jurado.
Si decir que creo es inaceptable entonces daré mi vida
Para mostrarle al mundo el amor que me llena
Entonces quiero ser culpable por asociación
Culpable de ser una voz que proclama
tus modos, tus verdades tu vida
Pagaré el precio por ser tu luz.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Agotamiento.

    Al recibir la mala noticia no tuve otra opción que ir al baño. Mi nariz se volvió mas rosada y empezaban a avecinarse algunas lágrimas. Lavé mi rostro con agua helada para evitar que salgan. Contuve toda mi aflicción y traté de relajarme.
    Salí del baño procurando encontrarme únicamente con Ana. Pero mi buena suerte ya estaba echada.
    Dos individuos de mi misma clase se acercaron a mí, a uno de ellos pude identificarlo. Preguntaron por mi condición y, muy preocupadas, vieron mi estado. La niña que conocía me tomó fuertemente de la mano. Entendí su intención. Quería que me desahogara en ese momento, pero no se lo permití. No permitiré que me vean llorar y mucho menos me mostraría así frente a aquellas dos personas que no son consideradas amigas. Hice un esfuerzo para responder cada una de sus preguntas sin que se quebrara mi voz. En mi interior sólo quería irme de ahí y buscar a Ana. Pero ellas me mantenían, me obligaban a luchar en aquella guerra que ya estaba terminada.
    Me sorprende cómo personas que no son de tu vínculo se acerquen a ti, sientan empatía y crean que la persona afectada se abra fácilmente con ellas. Bueno... en mi caso no se aplica.
    Salí a duras penas de allí, de las locuras que me pedían que haga sólo para no perder aquella materia.
    Me encontré con Ana, algo impaciente debido a las dos entrometidas que no me dejaban escapar. Ella fue la única que entendió que no quería llorar en aquel lugar y que no estaba apta para recibir abrazos porque o si no iba a llenar el lugar a mares.
    Me tranquilicé a su lado mientras sacabamos fotocopias de otra materia.
    Nos despedimos y más tarde hablaría con ella.