domingo, 15 de marzo de 2015

Sueño / Realidad.

Ese mismo sentimiento de la realidad... misma tensión, nudos inaguantables, disgustos, tristezas, quebrantamiento.
Me hizo recordar que yo
Tengo cáncer.

All night.

We could do this all night
Yeah, everything its alright!

sábado, 14 de marzo de 2015

Ocean.

    Lentamente me alejo de la orilla. Oigo gritos en la lejanía. Nadie me ve. Nadie me siente. Nadie me escucha... ¿Por qué debo yo escuchar sus aullidos?
    Me acerco al penumbroso océano. Las olas me llaman. Mis pies desnudos la tocan y ellas me susurran con cada abrazo que me dan.
    Se aproximan a mi fuertemente y yo me siento guiado por ellas. Pero me vuelven a dejar. Y sólo quedan recuerdos de un espumoso y blanco día. Y a veces de recuerdos manchados de agonía.
    Hiela mis extremidades. Me vuelven a arrastrar y decido finalmente entrar en ellas, pero los gritos continúan y llegan a intimidarme con cada paso que dan.
    Y decido caer.

viernes, 6 de marzo de 2015

Elías.

    Elías fue un profeta hebreo que vivió en el siglo IX a.C. Su nombre es una forma helenizada que proviene del hebreo que significa "Mi Dios es Yahvéh".
    El estrés constantemente ocupaba los días de Elías, tal como cuando confrontó a los profetas idólatras del dios pagano Baal en el monte Carmelo. No había llovido por tres años y medio. Los cultivos habían fallado y el hambre acosaba la tierra. Elías hizo un desafío: si el Dios del cielo era supremo y todopoderoso, que él enviara lluvia. Pero si Baal era más poderoso, que respondiera las oraciones de sus profetas y derramara lluvias. Después de todo, eso era lo que sus adoradores pretendían que él hacía. La tensión aumentó, y la presión creció. Los profetas de Baal vociferaron sus oraciones sin sentido, y nada sucedió. Luego Elías peticionó al Cielo, y vino la lluvia. El profeta de Dios fue testigo de un milagro y estaba eufórico. Pero su experiencia en la cima del monte pronto se tornaría en desesperanza.
Jezabel, la esposa del rey Acab, ahora amenazaba la vida de Elías. Exhausto y temeroso, el profeta de Dios huyó. Cuanto más viajaba, más deprimido se volvía. El abatimiento reposaba sobre él como una oscura nube. Confundido y desanimado, no tenía deseos de vivir. Las escrituras registran la historia de esta manera: "Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres" (1 Reyes 19:4). Elías se deprimió tanto que ya no le parecía que valía la pena vivir.
    Como muchas personas deprimidas, el profeta quiso estar a oscuras, en la cueva. Dios tuvo que enviar un terremoto y un torbellino para sacarlo hacia la luz. Después de estas cosas, no obstante, el Señor recurrió a lo que era más importante para la recuperación de Elías.
    La distorsión de Elías era la generalización excesiva. "Soy el único que no se ha inclinado ante Baal", dijo. En una primera instancia, el Señor no le impidió expresar ese pensamiento. Pero luego el profeta lo repitió y Dios no pudo dejar que continuara. "Elías", dijo el Señor, "hay otros siete mil que tampoco han doblado sus rodillas ante Baal". Dios le proveyó alimento y agua para el profeta, lo invitó a descansar, y lo animó con la seguridad de que él todavía estaba a su lado. Finalmente, Elías abandonó su calabozo de desesperación y una vez más se regocijó en la luz del sol de la presencia gozosa de Dios y al cielo sin que viera la muerte.

    A todos nos tocan a veces momentos de intensa desilusión y profundo desaliento, días en que nos embarga la tristeza y es difícil creer que Dios sigue siendo el bondadoso benefactor de sus hijos terrenales; días en que las dificultades acosan el alma, en que la muerte parece preferible a la vida. Entonces es cuando muchos pierden su confianza en Dios y caen en la esclavitud de la duda y la servidumbre de la incredulidad. Si en tales momentos pudiésemos discernir con percepción espiritual el significado de las providencias de Dios, veríamos ángeles que procuran salvarnos de nosotros mismos y luchan para asentar nuestros pies en un fundamento más firme que las colinas eternas; y nuestro ser se compenetraría de una nueva fe y una nueva vida.


Viva con esperanza – Mark Finley & Peter Landless

    [...] Pero Dios es más grande que nuestras pruebas, mayor que nuestras dificultades y superior a nuestros desafíos. Podemos ser débiles, pero él es fuerte. Dios es nuestra seguridad cuando enfrentamos la incertidumbre. Si la culpa amenazara con abrumarnos, él puede ser nuestra paz. Él es nuestra sabiduría cuando nos encontramos perplejos. Cuando nos encontramos aprisionados en las cadenas de hábitos que parecen invencibles, él está listo para ofrecernos poder sobrenatural para librarnos. Y, cuando nos sentimos  solos, él está siempre cerca.
    Así, cuando quiera que enfrentamos ansiedad paralizante y temor abrumador, las palabras de Dios aún hablan a nuestros corazones : "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar"  (S. Mateo 11:28). Y, cuando el futuro parece incierto, él nos recuerda: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Isaías 41:10).
    Nacimos para algo mucho más que solamente luchar por algunas décadas y luego morir. Dios tuvo la intención de que viviéramos la vida abundante hoy, mañana y siempre.

"Porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus alas me regocijaré" (Salmo 63:7)