Abrí mis ojos lentamente...¿la alarma otra vez? Observo mi mesita de luz y ahí está, aquel objeto que provoca mi duro despertar. No puedo negarme y reprochar. Una parte de mí sabe que le encanta aquella canción "No money" de Galantis. Debo cambiarlo. No es una buena idea poner la melodía que te gusta como tono de alarma... o eso dicen.
¿No es la alarma?- Me incorporo en la cama.
[Rocío P. está llamando]
Hecho una mirada fugaz a la habitación. A aquella ventana detrás de mí y observo que todavía sigue siendo de día.
Corto la llamada.
Mi única y rápida reacción fue activar el Wi-Fi, donde recibo un mensaje de Rocío.
—
Van hoy wey?
Le escribo frenéticamente un "Que que a que hora es??" luego de un saludo cordial.
Decido ver la hora por mi propia cuenta. Las 16:56.
Mierda
— En una horaaaaa- me responde.
Bien. Tengo el tiempo suficiente. Todavía no pudimos comprarle un par de regalos. No importa. Lo haremos cuando lleguemos allá con mi hermana.
Me levanto y le echo unos cuatro gritos a aquella persona medio somnolienta acostada al lado mío haciendo ademán de levantarse, que ya es hora.
Como siempre, unos murmullos expresando su enojo. No me sorprende.
Vuelvo a mi celular, y con la intención de obtener más información, le escribo:
—
A donde es?
— Por la 25. El bar q fuimos la vez que no fuiste(?.- Me responde con sus típicas frases, volviendo al tema de aquella vez que no pude ir por x ocasión.
Y las mujeres son así. Te sacan en cara todo lo que no hiciste por ellas sin importar el tiempo que pase. Nunca lo olvidarán. ¿Por qué no me pasa eso a mí? Tan mala memoria tengo...
Acto seguido me envía un audio de voz:
—
"Es derecho por la izquierda, después girás a la derecha y así seguís cinco cuadras hasta que llegás a la rotonda, girás y con velocidad constante, te vas hacia el Sur de vuelta, porque Norte no era, me equivoqué. Entonces te vas a la izquierda, después a la derecha y ahí, con una aceleración cero, te detenés y ese es. Ese es el bar".
Una explicación perfectamente detallada apta sólo para destinatarios retrasados.
Perfecto.
—
Como se llama el bar?- Le respondo.
—
Aloha. Por la 25 de may.
— Okk graciaas.
Me preparo para salir. Y la pereza que se apodera de mi hermana le impide levantarse. Luego de unos diez minutos, al poder por fin vencerlo, decide ir a bañarse.
—
¡¿Bañarte?! ¡No hay tiempo! ¡Debiste haberte levantado más temprano!- Le respondo con furia.
—
¡Cállate!- Vocifera.
Decido darle por caso perdido y me dirijo al baño a cepillarme los dientes, perfumarme y lavarme el rostro para luego aplicarme la crema "Asepxia" especial para maquillaje.
Me centro en la vestimenta que llevaré. Una polera con mangas largas azul, cuyo muñeco de nieve cocido en la parte superior y media de la tela no es apto para esta época del año. Tapada por encima con un buso del mismo color. Ni en sueños dejaría visible esa figurita navideña a estas alturas. Un pantalón baquero azul, medias escolares, y zapatillas grises.
No olvidaré mis guantes de lana negros, hechos por mi querida madre y una bufanda azul marino.
Una vez lista, la niña sale del cuarto de baño.
—
Ya son las 17.25- Le espeto.
—
Voy.
Me encamino hacia la sala y preparo mis cosas. Llaves, gel antibacterial, tarjeta para el colectivo, papel higiénico enrollado (ya que no tengo pañuelos en casa), celular a mano y principalmente mi billetera. Saqué de una cajita roja una diminuta llave para poder abrir el cajón y retiré unos $250. Todo dentro de un bolso pequeño marrón.
De repente, mi madre me percibe y observa mi ropa.
—
¿Así vas a ir?- Me pregunta con una pizca de rechazo en su rostro.
—
Sí. No tenemos demasiado tiempo- Me excuso.
—
Tu padre las va a llevar- Me informa.
Perfecto. Llegaremos a tiempo- Pensé.
Ya eran apenas las 18:00 y aún seguíamos perdiendo el tiempo de aquí para allá.
Al final até mi cabellera con una gomilla (también azul), evitando que cada pelo de mi cabeza se embrolle en el camino.
Salimos ambas, acompañadas de nuestros padres.
—
Parece que vas al campo- Soltó un comentario mi madre de repente, mientras cerrábamos el portón.
—
Voy cómoda- Me defiendo.
Subimos al auto y acto seguido pregunta mi padre la dirección del lugar.
—
Por la 25 de Mayo- Le respondo.
— A qué altura.
— Déjanos en Mc Donald's.
— Por la 25 y Corrientes- Responde de repente mi hermana.
Había olvidado el hecho de que ella sí había asistido a aquella reunión.
Al llegar, bajamos ambas con un " ¡Gracias Pa! ¡gracias Ma!" refiriéndonos a la posibilidad de traernos hasta el punto de encuentro.
Observamos el lugar. Mesas y sillas de metal negro en la vereda y las mismas pero de madera dentro del local. Pintado por fuera de negro y por dentro de blanco.
ALOHA
Llegamos siete minutos tarde y aún así no estaban a quienes esperábamos encontrar. Acto seguido envío un par de mensajes (para cada una) nuestra llegada y un " Ya están?".
—
Ni ahí.. Recién estoy por salir de mi casa.. En 15 min llego- Me responde Rocío luego de 4 minutos.
— Vamos a buscar el regalo- Le comunico a mi acompañante.
Entramos a unas tres tiendas, pero el precio y el modelo de aquellas ropas no eran tolerables.
Luego de unos minutos de caminata, nos detenemos en una tienda conocida pero primeriza. "Trebol". Una comiquería, en competencia con "Legión".
Entramos sin dudar, saludamos a los tres dueños parados detrás de la mesa blanca y apuntamos directamente a unos cómics que nos llamaban la atención.
Quizás por la gravedad o causado por una persona al pasar, se caen los libros sostenidos por un material de madera, expuestos sobre una mesa de vidrio.
Con mi hermana los levantamos sin dudar.
—
No hace falta que lo hagan. Ya me encargo yo- Una vocecita aguda, pero proveniente de un hombre, resuena detrás de mi sorprendiéndome.
Le hicimos caso omiso y terminamos con el trabajo.
—
Bueno. Muchas gracias- Respondió amablemente.
— No hay de qué- Contestamos con una sonrisa.
Gay- Pensé.
Salimos del local sin ningún regalo comprado.
— Vamos al frente del lugar de trabajo de F. Ahí me dijo que compraba ropa y que era buena- Le digo.
Al caminar más cuadras, entramos a la tienda deseada y pudimos comprarle un remerón negro, cuya leyenda de letras blancas recitaba una frase de Kurt Cobain. Nos dimos cuenta de ello luego de entregarle a la cumpleañera, que para sorpresa nuestra, lo amaba.
—
Son $200- Dijo la vendedora.
Seguimos caminando sin rumbo, buscando otra tienda para poder comprar un regalo de parte mía.
Nos detuvimos en un kiosco, cuya vidriera estaba llena de carteras, joyas y relojes. Pero indecisa, nos dirigimos al frente de la misma.
En aquél local pude encontrar el regalo: una cartera negra cuya impresión leoparda le daba un aspecto salvaje y extrovertido a quien la portase.
Sinceramente, dudaba de que le gustase por esa razón y peor aún, de que ya tenga una billetera parecida. Pero sorprendiéndome una segunda vez, me agradeció con un "¡Necesitaba uno de estos!".
— Unos $180- Respondió el encargado de la tienda.
Le pagué y, contentas, observamos la hora: 18:30.
Volvemos al lugar de origen y todavía su ausencia nos desconcertaba.
No recibí ningún mensaje de la cumpleañera.
¿Se habrá enojado por la demora?,¿Se habrá ido?,¿Su celular se quedó sin batería?- Pensamientos míos se avecinaban tratando de buscar una lógica razonable.
Luego de un par de minutos, aparece Rocío elegantemente vestida con una chaqueta de cuero marrón y un pañuelo cuyos colores claros me fascinaban.
Debí haber ido más elegante- Pensé, un poco decepcionada de mi elección de ropa.
Nos saludamos con un abrazo. Ya que era requerido debido al frío de esta tarde.
Sostenía una bolsa de cartón morada. En su interior había un álbum vacío sin fotos.
—
Deberías haberle puesto en la primera página una foto tuya con Berno- Le dije.
—
No tenía ninguna.
Ya eran casi las 19:00 y el local "ALOHA" estaba lleno.
Aún deslumbraba su ausencia la que había nacido este día. Muy cómico.
—
Eeeu. Qué vamos a hacer?- Comenta en el grupo de Whatsapp la dichosa desaparecida a las 18.43.
Rocío le responde con una foto sacada en ese momento de nosotras afuera del local, seguido con un " Kee".
— A dónde estaan?
Mierda.
Hace cuánto que están? D:
— Hace una hora esperando- Responde Rocío.
—
En donde blda. Ya estoy yendo.
Realmente una hora fue una forma de apurarla.
Para matar el tiempo, fuimos a caminar unas cuadras más y divisamos un local muy llamativo, cuyas luces blancas nos opacaba la visión y podíamos observar visiblemente su interior.
—
Una librería nueva- Nos informó mi hermana.
Al abrir la puerta de vidrio con dificultad, pudimos resguardarnos de aquél frío abrasador.
Un ambiente algo cálido y un olor exquisito inundaba en aquel lugar.
—
Olor a queso helado- Comenté.
Queso helado, proveniente del Perú. No es queso en realidad, si no helado. Lo denominaron así ya que en su origen los nativos lo cortaban como si fuese un queso. ¿Lógico, no?
Y vuelvo a recordar. Aquel postre cuyos ingredientes puse en mi notario:
[
Queso Helado
- 800 ml de leche entera.
- 1 tarro de leche condensada mediana
- 5 clavos de olor
- 3 ramas de canela
- 100 gramos de coco rallado seco
- Canela en polvo
-Esencia de vainilla
PREPARACIÓN:
En una olla echar la leche, los clavos de olor, las ramas de canela y el coco rallado. Mover regularmente mientras cocina a fuego medio hasta que se evapore por lo menos el 15% de la leche.
Colar la leche retirando el coco rallado, los clavos de olor y las ramas de canela. Mezclar la leche fresca con leche condensada, echar media cucharita de esencia de vainilla.
Llevar a la refrigeradora por lo menos durante 2 horas. Al momento de servir colocar canela molida sobre el queso helado.
Al congelar cubrir con papel film. Fin. ]
Pero realmente no es el queso helado lo que me añora su sabor exquisito, si no la canela.
Nos quedamos leyendo títulos de libros en las repisas.
Lamentablemente abandonamos el lugar semejante al Cielo, lleno de luz y tranquilidad para encontrarnos con la fría oscuridad y gente pasar sin escrúpulos.
Parte de los guantes terminan en mis palmas y mis dedos desnudos rozan constantemente con el Dios Noto, recibiendo también una caricia en la punta de mi naríz.
Trato constantemente de taparlo con mi bufanda, que desgraciadamente cae luego de unos minutos. A mis manos las pongo en el bolsillo del buso.
—
Tooy en la Sarmiento ggg. Sha shego - Nos tranquiliza Berno con su mensaje.
Al llegar de nuevo al mismo origen, esperamos unos 8 minutos, que a mi parecer parecían eternos. El frío nos abrazaba fuertemente.
—
Vendrá por la derecha - Aseguró Rocío.
Acto seguido, tanto ella como mi hermana, buscaron desesperadamente en la lejanía algún rastro de la cumpleañera.
En mi caso, observé una figura que venía en frente, cruzando la calle.
Era ella, con su distinguida cabellera rubia, bajando del auto azul. Tenía puesto una chaqueta roja y blanca. Es lo único que recuerdo.
Nos saludamos y abrazamos. El frío nos volvía más cariñosas.
Hambrienta ya, decidimos entrar al local. Para mala suerte nuestra ya estaba lleno.
—
Vamos a la Chacapiedra. Aunque queda lejos- Sugirió Berno.
Caminar otra vez. Bajar de calorías para luego aumentarlas en la merienda.
Cada paso que dábamos en aquella estrecha vereda, intentando en vano el tacto de roces constantes con hombros u brazos ajenos, no es de esperar que haga algún movimiento Rocío esa noche.
Volvía a topar sus pies con mi primer acompañante, haciendo un vago esfuerzo para que tropezara levemente.
—
¡Oye!- Reclamó mi hermana repentinamente.
—
Ay disculpa, es que me vino lo Tévez- Justificando su falta.
Instantáneamente, se dirigió detrás mío y quiso intentarlo conmigo. Para mala suerte suya, observé aquel acto infantil y estuve consciente de mis pies para evitar caer en aquella broma.
Al pasar de largo por el sitio sugerido, ya desesperada y hambrienta, le pregunté a Berno:
—
¿Al final a dónde vamos?
— Te estoy llevando a la trata.
— ¿Trata?
— Vos solamente cerrá los ojos y abrí la boca.
Luego de caminar por minutos eternos y alejarnos del centro, entramos a un peculiar restaurante.
Lo primero que sentí fue la bienvenida y el cálido abrazo del lugar. Realmente estaba acogedor. No quise salir de ahí hasta que me buscasen.
Era un sitio pequeño. Con temática Hawaiana. No recuerdo su nombre.
Sólo eramos nosotras y una pareja ya sentada disfrutando de su comida.
Son las 21:00. No creo que sea hora de merendar- Me dije entristecida, ya que lo esperaba con ansias.
Al sentarnos y acomodar nuestras cosas nos atiende una mujer, entregando los menú's a cada una.
Leo los títulos y me maravillo con sus inventos exóticos. Y más porque sólo se especializaban en meriendas y desayunos.
[
Frapucchino
Moka Negro ---- $37 ]
Sin dudar, lo pido. Junto con un par de medialunas. Mi hermana pide un "Americano", en el cual consistía en pan tostado, huevo revuelto, tocino y café.
Rocío pide un "Tiki- noséqué". Lo único que pude acordarme fue el "tiki". Café con trozos de maní.
Y por último, Berno pide lo mismo que yo, acompañado de un wafle de jamón y queso.
Luego de tomar nuestra orden, aprovechamos para entregarle los tan deseados regalos. Hago ademán, junto con mi hermana, de tirarle ambos obsequios en su cara. En son de broma.
Luego de abrir cada uno y agradecer nuestro presente, llega el turno de Rocío.
—
Debiste haberle puesto alguna foto de nosotras en la primera página - Recalcó Berno al abrir el álbum vacío.
Al llegar poco a poco nuestro pedido, recibo mi Moka Negro.
Una abundante y espumosa crema blanca bañada con un poco de chocolate derretido, cubre disimuladamente la extensa escarcha con sabor a moca, llegando por fin al chocolate, ya mezclado con el café penetrante que percibo principalmente en mi boca.
Una delicia.
Disfrutando y degustando la bebida y comida de las demás, nos disponemos a charlar. Cabe obviar el uso del celular en la mesa.
Terminamos satisfechas y nos dirigimos a la caja.
[
(1)Moka Negro --- 37
(2)Medialunas --- 14
(1) Americano --- 48
TOTAL= 99 ]
Pagamos y nos despedimos del dueño. De nuevo volver a ser acariciada por el viento helado de la noche.
Volvimos al centro, acompañando a Berno que quería comprarse algo para su cumpleaños, pero luego de tanto caminar hasta llegar a la tienda esperada, estaba cerrada.
Caminamos al pedo- Pensé algo molesta.
Llamamos a nuestros padres para que nos recojan. Y sorprendentemente, unos minutos después, ya se encontraba el padre de Rocío a una cuadra, haciendo señas con la mano, sosteniendo el celular, para captar nuestra atención y especialmente el de su hija.
—
Te llevo Bernu- Le dijo.
Y así quedamos solas. No fue como lo pensé. Creí que íbamos a ser las primeras en irnos de 'la reunión' y resultamos ser las últimas.
—
Vamos a la Santiago- Le indiqué a mi hermana.
Hicimos los pasos finales, para ser buscadas por mi padre y mi madre, que iba como acompañante.
En medio camino nos estacionamos en una esquina y llamamos por celular a la Pizzería.
Al finalizar el pedido, observamos cómo cortaba el anciano el teléfono desde su local alumbrado, en diagonal a nuestro respectivo auto.
Una vez asegurada nuestra inspección, mi padre enciende el auto y marchamos a casa.
Al entrar, otra esencia me embriaga.
A parte del típico calor del hogar, otro olor me inundaba y, extasiada, me dirijo inmediatamente a la cocina.
Olor a mondongo hirviéndose.
También había chorizo y trozos de carne. Todos en distintas ollas, de distintos tamaños, hirviendo.
Mi madre estaba preparando anticipadamente locro.
Pude observar en la mesa de mármol más ingredientes para la misma: porotos y maíz en agua, separadas y contenidas en un bol.
Como siempre, mi madre se esmera en tener todo completo y que no le falte ningún ingrediente de su propia receta.
Realmente la admiro.
Hoy, que no pude almorzar debido a que estaba atrapada en mi propia cama, inmersa en mis sueños confusos y con la excusa del frío, anhelaba probar un poco de aquél locro. Y lo sigo esperando con ansias el día de mañana.
Este día inconscientemente fue un avistamiento azul. Ya sea por mi ropa, sentimientos melancólicos o la noche que nos abrigaba.
Las 22:00. Termino de cambiarme y recibo un mensaje de parte de mi celular.
"Gordi"
Es aquella aplicación que descargué hace unos meses para bajar de peso.
Hago las 60 abdominales en mi cama.
Luego prendo el ordenador, busco información que necesitaba mi madre con respecto a algún dictado de "Cursos de Paisajismo", sin el resultado esperado, y me dedico a jugar un poco.
Aún el aroma fuerte del mondongo, principalmente, invade incluso la sala. Y en cierto momento percibo una fragancia a leña quemada.
Llega la pizza, la devoro como una desesperada y, al terminar, decido por fin comentar mi experiencia escribiendo esto. Y al ver la hora me doy cuenta que ya son las 6:13 de la mañana.
¿Tanto demoré escribiendo y pensando cada palabra?
Me retiro inmediatamente.
Feliz cumpleaños Berno.