jueves, 21 de mayo de 2020

Retorno.

    Volviste discreta y lentamente a mis pensamientos, invadiendo con tus recuerdos todos mis sentidos.
    Aumenta mi deseo de regresar a tus brazos, sentir la mera sensación de calidez, extasiarme con tu voz, tu risa y tu sentido del humor impregnado de incomodidad tan particular.
    Pero como una más, caí profundamente en tus encantos. Creí, ingenua, haber triunfado en el engaño sin embargo me convertí en otra pieza en un tablero difícil de descifrar.
    Te extraño. Y me niego a creerlo, a sentirlo. No pude haberme enamorado profundamente de ti. ¿Cómo es posible?, en tan corto tiempo...
    Tantos aspectos que me desagradan y me repito una y otra vez que no eres para mí, pero mi corazón terco y egoísta no desea entender.
    Buscar las escasas señales de tu presencia y notar tu tristeza me parte el alma. Anhelo brindarte un aliento de alivio, felicidad. Pero siempre fui así. Efímera.
    No debo regresar cuando el motivo es por lástima, pero no puedo soportar observar cómo el dolor consume a las personas que amo.
    ¿Y cómo me presentaría?, ¿Como una amiga?, ¿Un amante?. Destrocé toda relación.
    No es por orgullo ni por egoísmo.
    Pero cómo puedo aparecer sin ser deseada. Repugno el hecho de volver a lastimarte otra vez, a empeorar las cosas. Sólo queda conformarme en estas notas, como el corazón cobarde que poseo.
    Y en un impulso, me asomo a tu última carta y mis dedos escriben bajo el mando de mi corazón:
¿Estás bien?.