Clavan una y otra vez con sus colmillos, magullándolo todo.
Me cuesta respirar.
Sumiso en una cama gélida, sin importar cuántas sábanas me abriguen... el frío se niega a renunciar a mí.
Serpiente del pasado y del presente.
La cólera, como estímulo, renace en mí. Despojos espontáneos de abandonarlo todo. Quemar lo que quedó y lo que queda.
¿Cuándo podré ser libre de tal hiel?
Pero no estoy solo.
Tu voz llamándome, bebiendo mis lágrimas amargas. Siempre estás conmigo.
La calidez de tu terciopelo inunda mi cuerpo. Vuelvo a estar vivo.